María del Carmen Mármol Cubillo, de 36 años, estaba junto a sus dos hijas, Sonia y Susana Cabrerizo Mármol, en el aparcamiento del Hipercor de Barcelona. Después de realizar unas compras iban a regresar a casa, cuando ETA detonó, a veinte metros de su vehículo, un coche-bomba en el aparcamiento subterráneo que acabó con sus vidas el 19 de junio de 1987. Murieron por asfixia. En el atentado fallecieron 21 personas y otras 46 resultaron heridas. Era propietaria junto a su marido, Álvaro Cabrerizo, de diversos negocios, entre ellos varios videoclubes y un restaurante. Tras el atentado, su marido tuvo que abandonar Barcelona porque comenzó a recibir llamadas en las que le amenazaban con que le sucedería lo mismo que a su familia.
Susana Cabrerizo Mármol (13 años)
Había ido por primera vez a Hipercor, junto a su hermana y su madre, para comprar unos bañadores y unas zapatillas de playa para las vacaciones. Cuando las tres se encontraban en el interior del vehículo en el aparcamiento, la onda expansiva les alcanzó de lleno. Ella y su madre, María del Carmen Mármol, fallecieron en el acto. Su hermana, de 15 años, murió mientras era trasladada al hospital. Su padre, Alvaro Cabrerizo, que perdió aquel día de un plumazo a toda su familia, contaba en una entrevista a ABC , sólo seis días después de la matanza, que poseía dos videoclubes que montó con la indemnización que había recibido de SEAT tras un accidente laboral. Uno lo llevaba su mujer y en ambos ayudaban sus dos hijas. «Nos funcionaban bien las cosas –relataba–. El día del atentado ocurrió que mi esposa no abría el videoclub. Me temí un accidente o alguna cosa. A las seis y media de la tarde me enteré de que había habido un atentado en la Meridiana y me fui a Hipercor y vi el drama que allí se vivía». Después de no encontrarlas en la lista de fallecidos, visitó todos los hospitales de Barcelona hasta que llegó al Clínico. Allí una enfermera le dijo que había dos cadáveres sin identificar y que si se atrevía verlos. «Mi esposa y yo nos habíamos comprado una cadena para llevarla siempre los dos iguales. Le pregunté a una enfermera si llevaba un cordón como el que tenía yo y me contestó: “No se asuste, pero creo que sí”. Antes de ver a mi esposa, vi a mi hija Susana. Esta muy quemada. Después vi a mi esposa…», recordaba.
Sonia Cabrerizo Mármol (15 años)
Su padre recordaba que después de la trágica noticia de que estaban las dos muertas, le quedaba la esperanza de que su otra hija, Sonia, viviera. Pero sobre las tres de la madrugada una asistenta social le avisó de que había llegado un cuerpo con las características de su hija mayor. «Sonia había llevado dos años aparato ortopédico porque tenía la columna desviada y ahora le habían dicho los doctores que podía empezar a quitársela. Era el único consuelo que me habría quedado de no haber muerto, pero también me la mataron», contaba.
María del Carmen Mármol (36 años)
Si María del Carmen viviera hoy tendría 61 años y es probable que hubiera sido abuela si sus dos hijas, Sonia y Susana, que hoy tendrían 38 y 40 años, no hubieran muerto en el atentado de Hipercor, hace ahora 25 años. Su marido, Alvaro Cabreriza, se quedó sólo de un día para otro, con varios negocios que regentar y sin la ayuda de María del Carmen. Pero eso no fue no fue suficiente para los simpatizantes etarras: «Tras realizar declaraciones en los medios, tuvo que dejar Barcelona porque empezó a recibir llamadas amenazantes en las que se le decía que iba a correr la misma suerte que su familia», contaba ABC .
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.