El lunes 4 de marzo de 1996 es asesinado en Irún (Guipúzcoa) RAMÓN DORAL TRABADELO, adjunto a la Viceconsejería de Interior y miembro de la Policía Autónoma vasca, mediante una bomba que había sido colocada bajo su coche por la banda asesina ETA.
El atentado se produjo a las 09:15 horas en la céntrica calle Cipriano Larrañaga de Irún, cerca del domicilio del policía. Montxo, como le llamaban sus allegados, se dirigía a su domicilio para buscar a su esposa y a su hijo pequeño con el fin de llevar a éste a la guardería. El agente había recorrido apenas cincuenta metros con su vehículo Opel Vectra cuando se produjo la explosión de la bomba-lapa. Previamente, otro automovilista que marchaba tras él observó cómo bajo el asiento del conductor sobresalía un bulto que le infundió sospechas, por lo que comenzó a tocar el claxon y a hacer señales con las luces, a fin de que el ertzaina se detuviera. La víctima no se percató de estas señales, o no tuvo tiempo de reaccionar, pero el hecho es que, instantes después, se produjo la explosión que le causó la muerte.
Tras el estallido, el vehículo circuló sin control durante unos cien metros, con las puertas abiertas y el capó levantado, hasta que colisionó con otro coche junto a la estación del Topo, el tren que va desde San Sebastián hasta Hendaya. Los pasajeros de este tren abandonaron precipitadamente los vagones ante el temor de que otra bomba hiciera explosión.
Inmediatamente acudieron al lugar de los hechos ambulancias y agentes de la Policía Municipal y de la Ertzaintza que acordonaron la zona. La esposa de la víctima, Cristina Sagarzazu, se acercó al lugar del atentado al oír la explosión, pues hacía apenas unos momentos que se había despedido de él. Dando muestras de gran entereza, pudo acompañar a su marido en la ambulancia hasta el centro hospitalario al que había sido trasladado por una unidad de la Cruz Roja. Estaba en parada cardiorrespiratoria y tenía graves lesiones en la parte inferior del cuerpo.
Primeramente fue llevado hasta el Hospital Comarcal del Bidasoa, en el que el personal sanitario logró una momentánea recuperación del herido y le practicaron transfusiones de sangre. Seguidamente, Ramón fue transportado hasta el Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, adonde llegó en estado de extrema gravedad. El parte médico facilitado por este centro sanitario donostiarra señalaba que el paciente presentaba "múltiples heridas a nivel de ambos muslos y peroné, que afectan al paquete vascular con importante pérdida de sustancia".
El nombre del ertzaina Ramón Doral Trabadelo había aparecido en documentos incautados a ETA como posible objetivo de un atentado. Los miembros de la Unidad de Adjuntos a la Viceconsejería de Seguridad (AVCS) de la Ertzaintza, a la que pertenecía el asesinado, que se encarga de manera específica de la lucha contra ETA, eran uno de los objetivos preferentes de la organización terrorista vasca, según se recogía en algunos documentos incautados en los que se establecían las pautas a seguir contra este cuerpo policial.
Todos los partidos y sindicatos expresaron, tras el atentado, su más enérgica repulsa por el mismo y consideraron que ésta era la forma con la que ETA demostraba su respeto por los resultados electorales (el asesinato fue un día después de las elecciones generales).
El entonces consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, destacó que el periodista del diario Egin Pepe Rey, en su libro El Jesuita, citó el nombre y "apuntó directamente a quien hoy ha asesinado ETA". Responsabilizó también de este atentado a los dirigentes políticos de HB por proferir "amenazas clarísimas". Se refirió concretamente a uno de los responsables, Anton Morcillo, miembro de la Mesa Nacional, que recientemente había dicho "donde las dan las toman" y amenazó directamente a la Ertzaintza.
Herri Batasuna difundió un comunicado de prensa en el que defendía el atentado perpetrado por ETA y señalaba que esta acción era consecuencia de la actuación "represiva" de la Ertzaintza contra los independentistas. Además, los batasunos acusaron a Arzalluz y a Atutxa, de "ser ellos, y no otros, los culpables de la muerte de Ramón Doral, y los que están conduciendo a la Ertzaintza a un camino absurdo, irracional y alejado de cualquier ética democrática". Por su parte, Arzalluz, presidente del PNV, comparó la actitud de ETA y su entorno social con la de Hitler.
Varios asistentes al pleno extraordinario convocado por el Ayuntamiento de Irún para condenar el atentado increparon a los concejales de HB cuando éstos intentaron culpar de su asesinato al PNV y a sus dirigentes. Todos los grupos, menos ellos, aprobaron una moción de condena del asesinato. Cuando el portavoz de los ediles proetarras, Martín Sorzabalbere, leía una nota en la que rechazaba la responsabilidad de HB en el atentado, el público que abarrotaba el salón de plenos protestó con gritos de "basura, basura" y "vergüenza les debería de dar".
Horas más tarde, miles de iruneses se manifestaron para mostrar su repulsa por el asesinato de Doral. El acto cívico de protesta fue presidido por el lehendakari José Antonio Ardanza y discurrió de forma silenciosa por la calle Cipriano Larrañaga, donde estalló la bomba-lapa que acabó con la vida de Montxo. La pancarta que encabezaba la manifestación tenía el lema en euskera "Así no puede ser". Muchos de los asistentes llevaban ikurriñas y, en el momento en que llegaron al punto donde se produjo el atentado, algunos jóvenes alzaron sus manos pintadas de blanco.
Al término de la marcha, los asistentes se sumaron a la concentración para exigir la libertad de José María Aldaya y José Antonio Ortega. En el curso de esta concentración se produjeron momentos de fuerte tensión y enfrentamientos verbales entre los manifestantes y una veintena de personas que portaban una pancarta con el lema "Euskal Herria askatu".
Tras el funeral, miembros de la Ertzaintza entregaron en la sede de HB en San Sebastián una carta dirigida a "los representantes políticos de los asesinos de nuestro compañero Montxo" en la que les acusaban de "apoyar, alentar y aplaudir a quienes asesinan" a los que quieren construir Euskadi. También calificaban la trayectoria de HB de ser cada vez más parecida a las del partido nazi.
Montxo era una persona profundamente ligada a la vida de su ciudad, Irún. Su familia estaba vinculada al PNV y, desde joven, había participado en la actividad política de la comarca del Bidasoa, donde era muy conocido en los ambientes deportivos.
Su suegro, Patxi Sagarzazu, fue presidente de la Junta Municipal del PNV en la ciudad fronteriza y fundador del coro Ametsa, el de mayor solera de la ciudad, en el que cantaba su hija.
Siendo un adolescente Ramón comenzó a militar en el PNV, y llegó a ser el responsable de las juventudes de este partido (EGI) en Irún durante los años 1977 y 1978. De hecho, él fue uno de los creadores de la sección juvenil del PNV en la ciudad, aunque abandonó la militancia cuando entró en la Policía Autónoma.
Montxo estudió Ciencias Químicas y vivió con sus padres en el barrio de San Miguel, una zona obrera de la ciudad donde los vecinos recibieron la noticia de su fallecimiento con lágrimas en los ojos. Su trayectoria en la Ertzaintza es paralela a la del propio Cuerpo policial, del que formó parte desde que comenzara éste a funcionar, en 1982. Miembro de la primera promoción, tras pasar por diversos destinos se integró en la Unidad de Adjuntos a la Viceconsejería de Seguridad (AVCS), el servicio de información de la Policía Autónoma vasca. Llegó a desempeñar el puesto de jefe de la unidad en Guipúzcoa durante el tiempo en que la misma estaba dirigida por el sargento mayor Joseba Goikoetxea Asla, también asesinado por ETA en Bilbao en noviembre de 1993.
Tras aparecer en documentación de ETA, Montxo fue trasladado a Bilbao, "por cuestión de seguridad", según unas fuentes, y "porque habían trasladado la jefatura a la capital vizcaína". Allí continuó integrado en los AVCS, como responsable de la sección técnica.
Ramón Doral Trabaledo tenía 36 años, estaba casado con Cristina Sagarzazu, y tenía tres hijos varones de 13, 11 y 1 año.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.