El viernes 22 de diciembre de 1995 la banda terrorista ETA asesinaba en León mediante una bomba-lapa colocada en los bajos de su vehículo al comandante de Artillería del Ejército LUCIANO CORTIZO ALONSO, que falleció en el acto, hiriendo de gravedad a su hija de 18 años Beatriz Cortizo Ordóñez, con lesiones en el abdomen, las piernas y los brazos. La joven fue intervenida de urgencia por espacio de siete horas. En el curso de la operación, los médicos le extirparon el bazo y le reconstruyeron zonas de la pierna y el brazo izquierdos que habían quedado seriamente dañadas.
La explosión de la bomba también causó lesiones de menor consideración a tres transeúntes que pasaban por la avenida de Ramón y Cajal, una vía muy céntrica de la capital leonesa. Diego Fouces Martínez, de 25 años, sufrió lesiones en la pierna izquierda y traumatismo facial, quedando ingresado en un centro hospitalario de León. Los otros dos heridos –Aroa Castro Díez, de 16 años, herida en la cara, y José María Fernández González, de 56, con heridas leves en una pierna–, fueron dados de alta pocas horas después.
Pocos minutos antes de que el artefacto hiciera explosión, unos doscientos alumnos habían abandonado la Academia Cervantes, próxima al lugar de los hechos. Así lo confirmó el director de la misma que relató que en el momento del atentado sintieron "una explosión que hizo temblar el edificio; vimos una gran bola de humo y, cuando bajamos a la calle, nos encontramos con un cadáver destrozado junto a la acera, a una joven grave y a otros heridos". El centro escolar estaba en el primer piso del número 8 de la avenida de Ramón y Cajal, al lado del semáforo en el que en ese momento se encontraba detenido el vehículo del comandante Cortizo Alonso. También en los alrededores del lugar de la explosión se encuentran los institutos Legio VII (donde estudiaba Beatriz, la hija del comandante Cortizo) y Juan del Enzina. La tragedia podría haber sido mucho mayor, porque muchos estudiantes celebraban por los alrededores el inicio de las vacaciones navideñas.
Luciano Cortizo viajaba habitualmente en su coche particular como medida de seguridad recomendada por el Gobierno Militar, que había desaconsejado el uso de vehículos oficiales, especialmente desde el brutal atentado sufrido por el capitán Juan José Aliste en Salamanca en el mes de noviembre de ese mismo año cuando una bomba-lapa le seccionó ambas piernas. Ni los autores de este atentado, ni los del comandante Cortizo, fueron identificados, detenidos y juzgados.
La capilla ardiente con los restos mortales de Luciano Cortizo Alonso se instaló en la sede del Gobierno Militar de León. Al día siguiente tuvo lugar el funeral por su alma en la catedral de León.
Luciano Cortizo Alonso, de 44 años, estaba casado con Margarita Ordóñez, y tenía dos hijos: Beatriz, de 18 años, que resultó gravemente herida en el atentado, y un chaval de 17 años. Era natural de La Rúa (Orense), aunque llevaba varios años destinado en el cuartel general del Mando de Artillería de Campaña de León, con base en Ferral del Bernesga. Vivía a quinientos metros del lugar donde fue asesinado. Especialista en psicotecnia militar y en sistemas de dirección de tiro y localización de objetivos, el comandante Cortizo llevaba veinticuatro años en el Ejército. Ingresó en las Fuerzas Armadas en julio de 1971 y estuvo destinado en el Regimiento de Artillería de Campaña número 15 de Cádiz y en el CIR número 12 de León. El día que ETA segó su vida iniciaba sus vacaciones de Navidad. Unos días después del atentado, la hija del comandante asesinado declaraba desde el Hospital del Insalud de León que "los de ETA" eran "unos auténticos cobardes que no dan la cara" y que, cuando se recuperase, su vida tendría que continuar "aunque ahora, sólo somos tres y no cuatro, como cuando vivía mi padre" (Diario de León, 03/01/1996).
El de Luciano Cortizo Alonso fue el cuarto atentado cometido por ETA en Castilla y León en un mes y medio, y el último con víctimas mortales de 1995, sumando un total de dieciocho asesinados por la banda terrorista en ese año.
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