El 13 de diciembre de 1991 la banda terrorista ETA asesinaba en Barcelona a los policías nacionales FRANCISCO JAVIER DELGADO GONZÁLEZ-NAVARRO y JOSÉ ANTONIO GARRIDO MARTÍNEZ. Ambos habían ido a un comercio en una céntrica calle barcelonesa para realizar unas gestiones relacionadas con su profesión. Los etarras José Luis Urrusulo Sistiaga y Juan Jesús Narváez Goñi entraron en el local y tirotearon por la espalda y a bocajarro a ambos agentes. Francisco Javier Delgado falleció en el acto, mientras que José Antonio Garrido fue trasladado gravemente herido al Hospital Clínico, donde fallecería dos horas y media después. Una semana antes del doble asesinato, la banda terrorista ETA había planteado una tregua de dos meses al Gobierno si éste aceptaba reanudar el diálogo.
Los asesinos actuaron con mucha rapidez y huyeron en un vehículo que habían dejado abandonado en la confluencia de las calles de Valencia y Llançá. El coche, robado el día antes, llevaba las placas de matrícula de otro vehículo que habían robado en noviembre de ese mismo año.
El dueño de la tienda donde fueron asesinados los policías había requerido su presencia porque un vehículo mal aparcado cerca del establecimiento había levantado sus sospechas. El dueño del comercio, Autorradios Barcelona, era amigo de uno de los policías y al verlos por la calle les comentó lo del vehículo mal aparcado:
Ellos fueron a revisar el coche y después vinieron al taller. Cuando llevaban unos cinco minutos hablando conmigo y con mi ayudante, me dirigí a la mesa del fondo para coger el paquete de tabaco que tenía en la americana y en ese mismo momento, por el espejo retrovisor que tengo para controlar la entrada de clientes, vi cómo entraban dos personas deprisa y, con gestos seguros, sacaban dos pistolas y comenzaban a disparar a bocajarro. Cuando me volví, apenas tuve tiempo de ver a uno de ellos disparando las últimas balas (...) Vinieron a por los policías, eso estaba claro, porque no abrieron la boca, dispararon sin vacilar y no les dieron tiempo ni a intentar defenderse. Salí corriendo detrás de ellos, vi que subían a un coche aparcado en doble fila a unos 20 metros y se iban (El País, 14/12/1991).
El funeral por los dos agentes asesinados fue oficiado por Ricard María Carles, arzobispo de Barcelona, en el Gobierno Civil. En su homilía señaló que con esos dos asesinatos ETA había "dejado dos esposas hundidas por el dolor: una de ellas hacía solo diecisiete días que se había casado" (La Vanguardia, 15/12/1991).
Esta vez los asesinos de ETA no contaron con las cámaras de seguridad de una sucursal bancaria próxima al comercio que grabaron su llegada y su huida del lugar. Tras ver la película con la grabación, los testigos presenciales reconocieron sin ninguna duda a Urrusolo Sistiaga y Narváez Goñi.
En 2004 la Audiencia Nacional condenó a José Luis Urrusolo Sistiaga a 30 años de reclusión mayor como autor responsable de dos delitos de asesinato. Urrusolo Sistiaga, junto a Idoia López Riaño, Fernando Díaz Torres y Juan Jesús Narváez Goñi, formaron parte del llamado "comando itinerante" de ETA que cometió numerosos atentados y asesinatos entre octubre de 1991 y marzo de 1992 en Zaragoza, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante y Murcia.
Narváez Goñi, alias Pajas, figuraba en 2002 en el listado de terroristas del Departamento del Tesoro de los EEUU, que lo situaba al mismo nivel que los terroristas de Al Qaeda en el sentido de poder bloquearle las cuentas bancarias e impedirle hacer cualquier transacción financiera. En octubre de 2011 Narváez Goñi figuraba en el listado de terroristas de la Unión Europea, junto a otros 32 miembros de la banda.
Francisco Javier Delgado González-Navarro, de 27 años, era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz) y estaba casado con una funcionaria valenciana de la Brigada de Policía Judicial. Residía en Barcelona, su primer destino, en la misma calle donde fue asesinado. Fue enterrado en el cementerio general de Valencia.
José Antonio Garrido Martínez, de 28 años, era natural de Valencia, donde fue enterrado, igual que su compañero Francisco Javier Delgado. Los restos mortales de ambos agentes fueron trasladados desde Barcelona hasta Valencia en una misma comitiva fúnebre tras finalizar el funeral en el Gobierno Civil. Se había casado diecisiete días antes de ser asesinado. José Antonio estaba realizando las prácticas en el Cuerpo Nacional de Policía tras haber superado, meses antes, las últimas pruebas en la Escuela de Policía de Ávila. Había sido enviado a Barcelona para reforzar el dispositivo de seguridad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.
José Ángel Garrido y Francisco Javier Delgado fueron las dos últimas víctimas mortales de ETA en 1991, en un año que terminó con casi cincuenta asesinados.
Cuarenta y cinco personas –ocho policías, nueve guardias civiles, tres militares, un ertzaina, dos policías municipales y veintidós ciudadanos ajenos a las Fuerzas de Seguridad– fueron asesinadas en 1991, en un año en el que también se registró la muerte de siete etarras en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad o víctimas de sus propias bombas (Florencio Domínguez Iribarren, La historia de ETA, Temas de Hoy, 2006).
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.