Hacia las 23:30 horas del 23 de octubre de 1991 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en un bar de San Sebastián a los guardias civiles EDUARDO SOBRINO GONZÁLEZ y JUAN CARLOS TRUJILLO GARCÍA. Los agentes se encontraban apurando un café en el Bar El Puente, en el barrio de Eguía de la capital donostiarra, un local frecuentado por miembros de la Benemérita destinados en el cuartel de Inchaurrondo. En ese momento, dos miembros de la banda les tirotearon por la espalda a través de las cristaleras que separan el bar de la calle del Río Deba, después de haber roto con las culatas de sus armas los cristales.
La bandera de San Sebastián ondeó al día siguiente a media asta en el balcón del Ayuntamiento donostiarra en cumplimiento de un bando que había promulgado el alcalde Odón Elorza, el día 18 de octubre. Al día siguiente de los salvajes atentados de Madrid el 17 de octubre, que provocaron la muerte del teniente de Artillería Francisco Carballar Muñoz y heridas gravísimas con mutilación de miembros a María Jesús González y a su hija Irene Villa, y al comandante de Infantería Rafael Villalobos, el alcalde Elorza dispuso que la bandera ondeara a media asta "como demostración ante el resto de España y Europa de nuestra oposición frontal al terrorismo de ETA y a cualquier acto de violencia". En el mismo barrio en el que fueron asesinados Eduardo Sobrino y Juan Carlos Trujillo, ETA había cometido el 16 de marzo de ese mismo año 1991 otro atentado en el que resultó muerto el guardia civil Luis Aragó Guillén.
Eduardo Sobrino y Juan Carlos Trujillo desempeñaban funciones de vigilancia de edificios públicos como miembros de la Unidad Núcleo de Servicios. El sacerdote Bartolomé Auzmendi, que ofició el funeral oficial el 24 de octubre en la parroquia de la Sagrada Familia de San Sebastián, provocó malestar e indignación al utilizar el vasco, además del español, entre los familiares de Eduardo y Juan Carlos que se desplazaron desde Vigo y Castro Urdiales respectivamente. "Ni los familiares que han venido de Castro Urdiales y de Vigo, ni el resto de nosotros entiende el vasco" señaló uno de los asistentes (El Diario Vasco, 25/10/1991). Un grupo de personas que asistía a la ceremonia religiosa en la Iglesia de la Sagrada Familia abandonó el templo en el momento en que el oficiante comenzó a hablar en euskera (El País, 25/10/1991).
Ese mismo día, miles de personas (diecisiete mil según los organizadores) se concentraron silenciosamente en diversas localidades del País Vasco y Navarra, siguiendo la convocatoria de Gesto por la Paz para protestar por el asesinato de los dos guardias civiles.
En agosto de 2008 Francia entregó temporalmente al asesino de la banda Juan Antonio Olarra Guridi, alias Juanvi, Jon, Jokin y Fede. Entre otros muchos asesinatos, en los que unas veces actuó como cerebro dando las órdenes y otras como ejecutor, se le considera presunto autor material del atentado que acabó con la vida de Eduardo Sobrino y Juan Carlos Trujillo. Anteriormente fue también entregado a España temporalmente en 2006, y posteriormente en agosto de 2010 para rendir cuentas ante la justicia de nuestro país. El etarra acumula penas que suman cerca de 1.400 años de cárcel por su participación en múltiples asesinatos.
Eduardo Sobrino González, de 34 años y soltero, era natural de Vigo (Pontevedra) y llevaba catorce años destinado en Guipúzcoa. Su padre también fue guardia civil, aunque ya estaba retirado. Cuatro mil personas asistieron al entierro de Eduardo en su ciudad natal. A la misa previa, celebrada en la capilla del cementerio de Pereiró, asistieron numerosas autoridades civiles y militares, entre ellas el delegado del Gobierno en Galicia, Domingo García Sabell, y el alcalde de Vigo, Carlos Príncipe.
Juan Carlos Trujillo García, de 25 años, era natural de Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real). Estaba soltero y llevaba seis años destinado en Guipúzcoa. Cuando fue asesinado por la banda terrorista ETA desempeñaba labores de vigilancia de edificios públicos, igual que su compañero Eduardo Sobrino. La mayor parte de su familia residía en Castro Urdiales (Cantabria), donde había recalado su padre, Luis Trujillo, tras jubilarse como miembro de la Guardia Civil. Cientos de personas rindieron homenaje a Juan Carlos Trujillo en su entierro en Castro Urdiales (El Diario Montañés, 26/10/1991).
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.