A la una y cuarto de la tarde del 18 de noviembre de 1990 la banda terrorista ETA hizo explotar una camión-bomba al paso de un convoy policial que regresaba de prestar un servicio de orden público en el campo de fútbol de Santurce (Vizcaya), donde se había celebrado un encuentro de división regional entre el equipo local y el Aragón. El vehículo, una furgoneta Pegaso similar a las que se utilizan para el reparto de bombonas de butano, estaba cargado con cien kilos de amonal y doscientos de metralla y aparcado en un arcén de la carretera cubierto con una lona. El convoy policial circulaba por la carretera que une el barrio de Cabieces con el acceso a la autovía Bilbao-Santander, y el camión-bomba fue activado por control remoto por miembros del grupo Vizcaya de ETA justo cuando el primer vehículo policial tomaba una pequeña curva. La onda expansiva de la bomba afectó de lleno al segundo furgón policial y, pese al blindaje del vehículo, causó la muerte en el acto de los agentes de Policía JOSÉ FRANCISCO HERNÁNDEZ HERRERA y DANIEL LÓPEZ TIZÓN, e hirió de gravedad a otros dos agentes: Isidro Villalibre Torrada y Antonio Suárez Mujía.
Los dos agentes asesinados viajaban en los asientos delanteros de la furgoneta. La onda expansiva provocó que los cuerpos de los policías salieran despedidos y uno de los fallecidos tuviese que ser recogido por el equipo de socorro a más de ciento cincuenta metros del lugar de la explosión. "Quedaron despedazados" recordaba años después Antonio Suárez, herido en el atentado y con secuelas de por vida (ABC, 12/12/2010).
Todos los agentes pertenecían a una unidad de reserva del Cuerpo Nacional de Policía con base en La Coruña, y estaba previsto que permaneciesen en la provincia de Vizcaya hasta finales del mes de noviembre. Tras el atentado, el Sindicato Profesional de Policía Uniformada pidió al Ministerio de Interior que fuese la Ertzaintza quien se ocupase de la protección en los espectáculos deportivos en el País Vasco.
No era la primera vez que la banda terrorista ETA asesinaba a miembros de las Fuerzas de Seguridad que prestaban servicio de seguridad en partidos de fútbol y otros eventos deportivos. Ya lo hizo el 22 de octubre de 1978 en Guecho, asesinando a tres guardias civiles que volvían del campo de fútbol de Gobelas tras prestar el servicio de seguridad habitual de los domingos en los que había partido oficial. El 5 de noviembre de 1978 la banda asesinaba en Tolosa al guardia civil Mariano Criado Ramajo después de prestar servicio en el campo de fútbol de Berazubi. Y el 4 de octubre de 1980 la banda terrorista asesinaba en Salvatierra a otros tres guardias civiles que iban a regular el tráfico durante la celebración de la tradicional vuelta ciclista de la localidad.
Antonio Suárez, que preside desde septiembre de 2010 la Asociación de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Gallega (Agavite), sufrió treinta y cuatro o treinta y cinco operaciones, la última en febrero de 2010, y tuvo que abandonar la Policía por las secuelas del atentado. Un bastón le ayuda a caminar porque su pierna derecha está "totalmente destrozada". Junto a su esposa, Montse –"ella ha sido mi enfermera y mi psicóloga. El Gobierno nunca me preguntó si necesitaba asistencia" –, recuerda la desesperación vivida ante la maraña de trámites burocráticos posteriores al atentado. Se jubiló en 1992. "Me costó mucho trabajo, los mandos no querían, decían que qué iba a hacer yo tan joven jubilado... ¡pero si mi pierna estaba para cortar!". Fue como una segunda condena, dice sin comprender aún la falta de tacto de sus jefes.
Estuve seis meses sin cobrar. Me mantuvo mi familia. En cuanto pude, cogí mis muletas y me presenté con los hierros en las piernas en el cuartel de La Coruña. Pedí un anticipo de jubilación y me contestaron: 'Muchachito, búscate la vida, tú ya no eres policía' (ABC, 12/12/2010).
Tras el último comunicado de la banda terrorista ETA, Antonio Suárez quiso puntualizar que "aquí nunca hubo una confrontación armada ni un conflicto político, solo un grupo terrorista que pega tiros en la nuca, pone bombas, extorsiona y lleva cincuenta años privando a mucha gente de libertad". En su opinión ETA ha logrado demasiado, entre otras cosas que tras las elecciones del 20-N estará en la política española. Por ello se pregunta: "¿Por qué no se les dio todo esto hace cincuenta años?" (La Voz de Galicia, 22/10/2011).
En una nota hecha pública por el Ministerio de Interior el 13 de septiembre de 2005, con motivo de la entrega de Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi, a España por parte de Francia, se atribuía a este terrorista, entre otros muchos, el atentado que acabó con la vida de los dos agentes de Policía en Santurce.
José Francisco Hernández Herrera tenía 32 años y era natural de Tegueste (Santa Cruz de Tenerife). Destinado a Galicia, allí se casó con una gallega y tuvo dos hijos, que tenían 12 y 8 años cuando asesinaron a su padre. Había ingresado en el Cuerpo Nacional de Policía en 1981. Su familia se enteró de la noticia por el telediario del mediodía en televisión. José Francisco tenía nueve hermanos. Una de ellas, Ángeles, estaba en la cocina cuando escuchó al periodista dar la noticia.
'Eran las dos de la tarde', recuerda. 'Fue la noticia que abrió el informativo. No me acuerdo lo que hice. Mi madre vino corriendo. Vivía al lado. Oyó que había pasado algo, pero no sabía qué. Papá estaba en el bar. Mandamos a mi hija a que le dijera que viniera. En el camino se encontró con otro hermano de José Francisco, que también era policía nacional. Se paró para darles paso a los niños. Entonces ellos le soltaron de repente: 'que mataron a Pepe, que mataron a Pepe' (La Opinión de Tenerife, 20/01/2011).
Más de cien personas fueron al aeropuerto de Los Rodeos a recibir el féretro con los restos mortales de José Francisco, la novena víctima canaria del terrorismo de ETA, que fue enterrada en el cementerio de Tejina.
La familia de José Francisco reconoce haberse sentido arropada, pero principalmente en su localidad natal, donde la mayor parte sigue residiendo. Quienes más lo han reconocido son sus compañeros de lucha canaria de Tegueste. Uno de los trofeos del torneo de San Marcos del deporte vernáculo, de hecho, lleva su nombre, así como el club tiene un retrato suyo en la sede y el Ayuntamiento le puso su nombre a una calle del pueblo (Dani Millet en La Opinión de Tenerife).
Daniel López Tizón tenía 41 años cuando fue asesinado. Era natural de Cayón, pequeña localidad pesquera de La Coruña. Estaba casado y tenía dos hijos de 13 y 10 años. Daniel ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1974. En agosto de 1989 fue destinado a la IX Unidad de Reserva con base en La Coruña y, cuando fue asesinado, estaba prestando veinte días de comisión de servicio excepcional en Vizcaya. Fue enterrado en el cementerio parroquial de la Virgen del Carmen de O Burgo (La Coruña).
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.