En torno a las doce del mediodía del lunes 25 de junio de 1990, el sargento de la Guardia Civil JOSÉ LUIS HERVÁS MAÑAS moría en un tiroteo con tres miembros de la banda terrorista ETA en un paraje montañoso de Navarra conocido como la Foz de Lumbier. Hervás Mañas formaba parte de una patrulla de vigilancia de la Guardia Civil para proteger a los turistas que visitaban el paraje natural de la Foz de Lumbier, pues se habían producido muchos robos a campistas en esa zona durante los meses anteriores.
El 25 de junio los ocupantes de dos coches todoterreno de la Guardia Civil observaron los movimientos sospechosos de tres individuos que estaban acampados en la orilla del río Irati. El sargento Hervás bajó por un terraplén para pedirles la documentación y que le mostraran el contenido de sus mochilas. En ese momento el etarra Germán Rubenach Roig, uno de los tres sospechosos, disparó al guardia civil, provocándole la muerte. Hervás Mañas fue alcanzado por tres disparos en el cuello, el pecho y un brazo. Una vez en el suelo, le robaron su arma reglamentaria. Rubenach estaba acompañado por Juan María Lizarralde Urreta y Susana Arregui Maiztegui. Los tres habían sido trasladados días antes a la Foz de Lumbier por Javier María Goldaraz Aldaya y Juan José Zubieta Zubeldia. Haciéndose pasar por excursionistas, estudiaban los hábitos y rutinas de las patrullas de la Guardia Civil con el fin de atentar contra sus miembros.
Tras asesinar al sargento Hervás, se produjo un intercambio de disparos entre los tres terroristas, que abrieron fuego para cubrir su fuga, y los demás guardias civiles que componían la patrulla de vigilancia, resultando gravemente herido el sargento de la Guardia Civil José Domínguez Piris, comandante del puesto de la cercana localidad de Yesa. Fue trasladado a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde se le intervino quirúrgicamente para intentar extraerle una bala que le había entrado por la cadera derecha y había quedado incrustada en la zona posterior izquierda del sacro.
Los tres terroristas huyeron a pie y en su huida se les cayó una bolsa en la que, entre otros objetos, se encontró una pistola del calibre 9 milímetros parabellum. Inmediatamente se organizaron patrullas de la Guardia Civil que acordonaron y batieron la zona, apoyadas por helicópteros. Cerca de las nueve de la noche, una de las patrullas encontró en la orilla del río Irati a un hombre con una herida de bala en la cabeza, que poco después fue identificado como Germán Rubenach Roig, antiguo integrante del grupo Txalupa de ETA, ya desarticulado. El etarra fue trasladado al Hospital de Navarra donde, a medianoche, fue intervenido quirúrgicamente.
Al día siguiente, hacia las 9:00 horas, cuatro guardias civiles que seguían batiendo la zona encontraron los cadáveres de Juan María Lizarralde y Susana Arregui a orillas del río Iratí, a unos quinientos metros de donde había sido asesinado el sargento Hervás el día anterior. Ambos presentaban disparos de bala en la cabeza. Debajo del cuerpo de Arregui encontraron la pistola reglamentaria del sargento asesinado, mientras que debajo del cadáver de Lizarralde se encontró una pistola marca Browning. Esta última pistola es la que se había utilizado para acabar con la vida del ex policía nacional Francisco Almagro Carmona, asesinado en Pamplona el 3 de junio de ese mismo año.
La Guardia Civil encontró entre las pertenencias de los terroristas abandonadas en la Foz de Lumbier (Navarra), notas manuscritas tomadas la semana anterior sobre los movimientos por la zona de patrullas del Instituto Armado, por lo que consideraron probable que estuvieran preparando un atentado.
El ministro del Interior, José Luis Corcuera, defendió ante los medios de comunicación y en sede parlamentaria que Arregui y Lizarralde se habían suicidado al verse rodeados por efectivos de la Guardia Civil. Por su parte, el lehendakari José Antonio Ardanza manifestó el 27 de junio: "Quiero creer la versión oficial, pero me extraña porque no creo que dos miembros de ETA se suiciden". Estas declaraciones provocaron una gran polémica y una reacción inmediata del Partido Socialista de Euskadi.
Sucesivas sentencias judiciales no han logrado esclarecer completamente los hechos. En un fallo de 1995 la Audiencia Nacional señaló que no había pruebas sólidas para sostener que se hubiera producido ni un suicidio colectivo, ni un "homicidio consentido" acordado entre los tres etarras para quitarse la vida.
En 1992 Germán Rubenach Roig fue juzgado y condenado a 57 años de reclusión por el asesinato de José Luis Hervás y el asesinato frustrado de José Domínguez Piris, entre otros delitos. En ese mismo fallo se condenó a Juan José Zubieta Zubeldia a 24 años de cárcel como autor de un delito de atentado en grado de conspiración. En 1993 fue condenado Javier María Goldaraz Aldaya a 23 años de cárcel como autor de los delitos de militancia en banda terrorista y atentado en grado de conspiración. Estos dos últimos etarras fueron los que trasladaron a Rubenach, Lizarralde y Arregui hasta la Foz de Lumbier para que preparasen un atentado contra la Guardia Civil.
José Luis Hervás Mañas, de 34 años de edad, era natural de Yeste (Albacete). De niño había vivido en Castellón, donde formó parte de un grupo musical llamado Los D-2. En Castellón residía su familia y ahí fue enterrado. Estaba casado y tenía dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 10. José Luis estudiaba la carrera de Derecho y sólo le faltaba una asignatura para terminarla. Destinado en Navarra desde marzo de 1990, tenía previsto trasladarse a Castellón en el mes de julio, donde ya tenía plaza asignada. El sargento estaba en posesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.