A las ocho menos cuarto de la noche del 13 de marzo Ángel recibió un tiro en la cabeza en presencia de su mujer y su hijo de cinco meses, al que llevaba en brazos. El atentado se produjo en la calle Matía, en el momento en que su esposa estaba bajando la persiana de la tienda de fotografía propiedad de la familia de ésta y él se dirigía al vehículo familiar con el bebé en brazos. Un etarra se le acercó y le disparó a bocajarro en la cabeza. El niño fue recogido del suelo por una mujer testigo de los hechos, que vio que el pistolero de ETA huía en una moto que conducía otro terrorista.
A última hora de la noche, y tras ser operado en el hospital de la Cruz Roja, a escasos metros de donde tuvo lugar este atentado, su estado clínico fue calificado de suma gravedad, presentando orificio de entrada y salida, pérdida de masa encefálica y afectación del hueso temporal. Ángel quedó en coma profundo y falleció al día siguiente.
ETA había comunicado recientemente, a través del diario Egin, que los funcionarios de Interior y Justicia eran objetivo prioritario de la banda asesina. Tras el asesinato de Ángel, la banda asesina aprovechó el comunicado de reivindicación para reiterar su amenaza a todos los funcionarios de Justicia e Interior, a los que conviertía en "objetivo militar" por colaborar "a distintos niveles en la política represiva contra los presos políticos vascos". En varios centros penitenciarios el asesinato de Ángel provocó la celebración de multitud de manifestaciones, concentraciones y huelgas de protesta por las condiciones de inseguridad en las que tenían que llevar a cabo su trabajo y contra la política antiterrorista del Gobierno del PSOE.
El asesino, que no dudó en meterle un tiro a Ángel mientras tenía a su bebé de cinco meses en brazos, fue detenido en 1992. Se trataba de Francisco Javier Balerdi Ibarguren que, en ese momento, trabajaba como empleado contratado en el seno del grupo municipal de Herri Batasuna en el Ayuntamiento de San Sebastián. Fue condenado en 1994 a 30 años de reclusión mayor por el asesinato de Ángel. Juan Ignacio Ormaechea Antepara, el etarra con el que cometió el atentado, había fallecido en agosto de 1991 en un enfrentamiento con la Guardia Civil.
Francisco Javier Balerdi Ibarguren tenía 24 años cuando fue detenido. Según fuentes de la lucha antiterrorista actuaba como un liberado y mantenía su vida y su actividad normal como militante y empleado de HB. Desde 1989, y tras ser captado por el etarra Rubén Egaña, Balerdi participó en cinco asesinatos junto a Ormaechea, entre ellos el ametrallamiento el 2 de enero de 1991 del coche del gobernador militar de Guipúzcoa, coronel García Lozano. Balerdi recibía la pistola o la metralleta de Ormaechea y se la devolvía al terminar cada atentado. A continuación, regresaba a su trabajo en el Ayuntamiento de San Sebastián como si tal cosa.
Ángel Jesús Mota Castillo, de 31 años de edad, era natural de Zamora, aunque vivía en el País Vasco desde 1960. Estaba casado y tenía dos hijos de corta edad. Trabajaba en la prisión de Martutene desde once años antes de su asesinato. En Martutene hacía funciones administrativas, como el reparto de la paga a los reclusos y la entrega de las nóminas a los compañeros.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.