A las seis menos cuarto de la tarde del día 7 de octubre de 1988, la banda terrorista ETA asesinaba en Bilbao al vendedor ambulante RAMÓN BAÑUELOS ECHEVARRÍA mediante un potente artefacto explosivo adherido a los bajos de su vehículo. La explosión, que fue brutal y seccionó el cuerpo de Ramón en varios trozos, afectó también a una furgoneta de su propiedad a la que acababan de subirse su mujer y sus hijos.
La deflagración se produjo cuando Ramón accionó la llave de contacto del vehículo, que se encontraba estacionado frente al domicilio de la víctima, en el barrio de Churdinaga de Bilbao.
Según testigos presenciales, vecinos de la víctima, ésta se dedicaba a la venta de ajos, pero era muy conocida en Churdinaga por su relación con el tráfico de drogas. Desde el Gobierno Civil informaron que Ramón Bañuelos había salido recientemente de la cárcel de Basauri, donde había estado unos meses en prisión preventiva por sus problemas con el tráfico de estupefacientes. No obstante, el entonces gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, declaró tras el funeral en la Iglesia de los santos Justo y Pastor de Bilbao que la víctima estaba asistida "por el derecho a la presunción de inocencia", por lo que merecía "la misma consideración que cualquier otro ciudadano mientras los tribunales no establezcan lo contrario". Y añadió, en referencia a ETA y sus "nobles" campañas: "Ellos son los jefes, los fiscales y se toman la justicia por su mano".
La banda terrorista ETA tardó bastante tiempo en reivindicar el asesinato de Ramón Bañuelos, pues hasta el 14 de diciembre no leyó un comunicado a varios medios de comunicación en el que asumía la autoría y señalaba que Bañuelos fue "ejecutado por colaborar con la Policía y pos sus vinculaciones con el tráfico de drogas". La campaña contra los Bañuelos no acabó con el asesinato de Ramón. Al año siguiente, el 15 de noviembre de 1989, es asesinado también en Bilbao un primo de Ramón, Ignacio Bañuelos Lasso. Y en enero de 1991, dos mujeres de la misma familia, María García Bañuelos y su hija, Laura Manzanares García, fueron heridas de gravedad mediante una bomba adosada a los bajos de la furgoneta que ocupaban. Al día siguiente, otra bomba en la misma calle acabó con la vida de Isidro Jiménez Dual -que fallecería dos días después, el 11 de enero- perteneciente a otro clan al que ETA acusaba de dedicarse al narcotráfico. En el edificio del barrio donde residían varios miembros de la familia Bañuelos, una pintada anónima resumía el pensamiento de ETA sobre el tema: "Amonal o metralleta, traficante a la cuneta" (El País, 19/01/1991). Al día siguiente del asesinato de Isidro, ETA intentó matar a José Ignacio Lago San Juan, de 20 años, con la misma excusa del tráfico de drogas. Sin embargo, ni la Policía ni los vecinos relacionaron a José Ignacio (que perdió un brazo y una pierna a consecuencia del atentado) con estas actividades delictivas.
En 1994 la Audiencia Nacional condenó al terrorista Fernando del Olmo Vega como autor de un delito de asesinato a 30 años de reclusión mayor. En 1997 fue condenado a la misma pena y por el mismo motivo José Luis Martín Carmona. Finalmente, en junio de 2006 fue condenado Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi, a 40 años de prisión por el asesinato de Ramón Bañuelos. Según el relato de hechos probados de la sentencia, Gadafi, junto con otros integrantes del grupo Vizcaya de ETA, realizó seguimientos a Ramón Bañuelos y entregó un artefacto explosivo a Fernando del Olmo Vega y José Luis Martín Carmona para que lo colocasen en los bajos de su vehículo.
Ramón Bañuelos Echevarría tenía 33 años. Estaba casado y tenía cuatro hijos.
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