A las dos de la madrugada del 27 de marzo de 1983 es asesinado en San Sebastián ANIANO SUTIL PELAYO, Tedax de la Policía Nacional. Junto a su compañero, el cabo Juan Manuel Martínez Aguiriano, intentaba desactivar una bomba colocada por ETA junto al comercio Portobello del barrio donostiarra de Gros.
Juan Manuel Martínez Aguiriano fue ingresado en la residencia sanitaria de San Sebastián con fuerte shock traumático, contusión craneofacial, amputación traumática de la pierna izquierda, heridas inciso-contusas con pérdida de sustancia, y abrasión de partes blandas en pierna derecha, extremidades superiores y rostro. Era natural de Álava, tenía 31 años y estaba soltero.
El motivo por el que los artificieros de la policía optaron por intentar desactivar la bomba, y no explotarla a distancia, fue la potencia del explosivo y lo estrecha que era la calle en la que estaba colocado, lo que habría provocado grandes daños en los establecimientos y viviendas de las inmediaciones. En este sentido, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui, señaló que "los ciudadanos de San Sebastián, los de la calle Carquizano y adyacentes, deben saber que Aniano Sutil Pelayo ha muerto y que Juan Manuel Martínez está gravemente herido porque han arriesgado su vida a fin de que los ciudadanos y sus bienes no se viesen afectados por las bombas. Podían haberla hecho estallar a distancia, pero no lo hicieron y perdieron ellos".
Aniano Sutil Pelayo tenía 26 años y era natural de La Hiniesta (Zamora) al igual que su mujer. Dejó viuda a Chelo, con 23 años, y una hija, Tania, de 3 años. El 26 de diciembre de 2010, Tania contó por primera vez su historia a El Mundo. Hasta los ocho años no supo qué le había pasado a su padre. El peor día del año era siempre el mismo: cuando tenía que rellenar la ficha escolar al principio del curso y escribir "fallecido" en el hueco para los datos del padre. O las manualidades del Día del Padre, que las hacía para su madre. La explosión destrozó el cuerpo de Aniano, por lo que apenas enterraron unos pocos restos. "En el ático de un edificio cercano al lugar del atentado apareció un tiempo después un resto humano. Era el brazo de mi padre", cuenta Tania en El Mundo. "A mi padre lo recuerdo como a un héroe. Pero la heroína ha sido mi madre: una niña que se quedó viuda con otra niña a su cargo. No rehizo su vida. Sigue enamorada de él".
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.