A las 22:25 horas del 12 de diciembre de 1982, la banda terrorista ETA asesinaba en la localidad guipuzcoana de Tolosa al guardia civil JUAN RAMÓN JOYA LAGO y hería gravemente a su compañero Francisco Vázquez Bolaños. Ambos circulaban por el paseo de Velate de la localidad vestidos de paisano a bordo de un vehículo propiedad de Francisco cuando, al parar en un semáforo en rojo próximo a la plaza de Gorriti, fueron ametrallados por miembros de la banda que ocupaban otro vehículo. El automóvil recibió el impacto de dos docenas de balas, sobre todo en la zona delantera y el lateral derecho. Pese a que en el momento en que se produjo el atentado había mucha gente por la calle y, en consecuencia, numerosos testigos presenciales, ninguno quiso dar su testimonio a la Policía. Nada más ametrallar a los dos guardias civiles, los asesinos huyeron en dirección a San Sebastián en un Renault 5 de color blanco.
El general Rodríguez Galindo contó en sus memorias que los dos guardias civiles estaban celebrando una fiesta de despedida del capitán del cuartel de Tolosa, al que iban a trasladar, y salieron un momento del acuartelamiento a comprar tabaco. También se dijo que, poco antes de ser ametrallados, los dos guardias civiles habían tenido una discusión con un vecino por haber aparcado el vehículo en su vado permanente.
Tras el ametrallamiento, las víctimas fueron trasladadas a la Clínica de Nuestra Señora de la Asunción de Tolosa en una ambulancia de la asociación de ayuda en carretera Detente y Ayuda (DYA) y otra de la Cruz Roja. Juan Ramón ingresó cadáver –había recibido seis impactos de bala–. Su compañero Francisco Vázquez Bolaños, de 32 años y soltero, tras ser atendido en el servicio de urgencias de la clínica de Tolosa, fue trasladado al Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián, donde tras ser intervenido quirúrgicamente quedó ingresado en la Unidad de Vigilancia Intensiva. El parte médico señaló que el herido presentaba un shock hemorrágico muy grave, con perforación gástrica y de la vesícula biliar. Francisco consiguió sobrevivir, pese a la gravedad de las heridas sufridas, pero tuvo que abandonar la Guardia Civil por las secuelas que le quedaron del atentado.El día 13 se celebró el funeral de cuerpo presente por el agente asesinado en el Salón del Trono del Gobierno Civil de Guipúzcoa. Concelebrado por tres sacerdotes, presidió el acto el ministro de Interior, José Barrionuevo. Al mismo asistieron, además de su viuda y otros familiares y compañeros, Rafael Vera, director de la Seguridad del Estado; el delegado del Gobierno en el País Vasco en funciones, Jaime Mayor Oreja; el director general de la Guardia Civil, teniente general Aramburu Topete, y representantes de todos los partidos políticos, entre ellos el socialista Txiki Benegas. El ministro Barrionuevo señaló que "este asesinato salvaje" no iba a "modificar los criterios del Gobierno" en la lucha contra ETA.
Al terminar el funeral, el féretro fue portado por los compañeros de Juan Ramón al patio exterior del Gobierno Civil, donde una compañía de música del Gobierno Militar le rindió honores interpretando el Himno de la Guardia Civil. Entre visibles muestras de dolor de todos los asistentes, Barrionuevo abrazó a la viuda y a otros familiares, que le reclamaron medidas para acabar con la situación que vivían las fuerzas de seguridad en el País Vasco. "Hemos depositado nuestra confianza en su gestión para acabar con esto. No se puede vivir de esta forma", señalaron. Varios mandos de la Guardia Civil contenían a duras penas las lágrimas por la tensión vivida.
El atentado fue reivindicado por ETA el 16 de diciembre mediante un comunicado enviado a varios medios de comunicación vascos.
Por el asesinato de Juan Ramón Joya sólo ha sido condenado el chivato de la banda, y policía municipal de Tolosa, Juan Antonio Rezola San Vicente que fue quien sometió a vigilancia al guardia civil Francisco Vázquez e identificó su vehículo. Esos datos fueron transmitidos a ETA militar para cometer el atentado. Por sentencia de la Audiencia Nacional del año 1985, Rezola San Vicente –que fue detenido en noviembre de 1984–, fue condenado a 18 años de reclusión menor por complicidad en el atentado, además de a indemnizar a los herederos de Joya Lago y al guardia civil herido, Francisco Vázquez. El etarra empezó a disfrutar del tercer grado en 1990, cuando sólo había cumplido seis años de cárcel.
Los autores materiales del atentado no han sido juzgados, pero eran miembros del grupo Ixkulin de ETA al que en 1982 se incorporaron Pedro José Picabea Ugalde, alias Kepa, y José Miguel Bustinza Yurrebaso, alias Iván, fallecido en septiembre de 1997 en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Bilbao. Al grupo, que actuaba en Guipúzcoa, pertenecían en la época en que fue asesinado Juan Ramón Joya, además de los dos citados, los etarras José Luis Eciolaza, alias Dienteputo, Antonio Olaizola Achucarro, Antxon e Itxaso, Ignacio Bilbao Beascoechea, Iñaki de Lemona, y Miguel Antonio Goicoechea Elorriaga, Txapela. Este último murió en Burdeos en enero de 1984, un mes después de ser tiroteado por miembros de los GAL en San Juan de Luz.
Juan Ramón Joya Lago, de 26 años, era natural de Melilla, como su compañero Francisco, localidad a la que fueron trasladados sus restos mortales por avión desde Fuenterrabía a última hora del 13 de diciembre. Juan Ramón residía en el cuartel de Tolosa, estaba casado con María del Carmen Reguero Aguilar, vecina de Tolosa, y tenía dos hijos de corta edad.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.