El 19 de junio de 1980, un año después del asesinato del anticuario de Irún, la banda terrorista ETA acababa a tiros en Amorebieta (Vizcaya) con la vida de JOSÉ PABLO GARCÍA LORENZO, empleado del Ayuntamiento de esta localidad vizcaína. En torno a las 8:00 horas José Pablo salía de su domicilio, situado en las afueras de dicha localidad, para dirigirse a su vehículo. Llevaba las manos ocupadas con una carpeta, un libro y las llaves del coche, cuando dos etarras se le acercaron y le dispararon cuatro tiros a bocajarro. Los autores de los disparos huyeron a bordo de un automóvil R-12 que había sido robado a mano armada en las inmediaciones de Amorebieta una hora antes. El propietario del coche había sido maniatado y abandonado en el monte Bizcargui, cercano a Amorebieta.
La mujer de José Pablo, que estaba de baja por maternidad, se precipitó a la calle al oír los disparos. Allí se encontró el cuerpo sin vida de su marido, que había fallecido en el acto tras recibir tres disparos en la cabeza y uno en el pecho. En el lugar de los hechos se recogieron cuatro casquillos del calibre 9 milímetros parabellum.
Según el alcalde de Amorebieta, Enrique Recalde, del PNV, José Pablo García era un empleado normal al que no se le conocía vinculación política alguna. Otras fuentes señalaron que era de ideología de derechas, aunque no era militante de ningún partido, y que había sido muy amigo del anterior alcalde. También comentaron que había sido visto con recelo por frecuentar el cuartel de la Guardia Civil para realizar trabajos relacionados con el servicio de aguas.
Los empleados del Ayuntamiento celebraron una asamblea nada más conocer el hecho, y acordaron abandonar el trabajo a partir de las once de la mañana en señal de duelo. Por su parte, el alcalde, que calificó el hecho como "un asesinato brutal", convocó un pleno extraordinario de la corporación. Previamente, los nueve concejales del PNV hicieron público un comunicado en el que se condenaba enérgicamente el atentado y se hacía un llamamiento a todo el pueblo a "condenar todos los actos de violencia de cualquier signo". "Acciones de este tipo", decía también el escrito, "descalifican a sus autores para todo intento de reestructuración democrática de Euskadi".
José Pablo García Lorenzo, de 25 años, era natural de Bilbao. Estaba casado y tenía una hija de un mes de edad. Era empleado del Ayuntamiento de Amorebieta desde 1971. Hasta hacía poco tiempo, había trabajado como encargado de medir los contadores de agua en las casas de la localidad y, en el momento del atentado, estaba adscrito al servicio de recogida de basuras.
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