Rufino regresaba a su casa en Fuenterrabía en un autobús de línea desde San Sebastián. En la misma parada se subió el policía nacional Hipólito Rodríguez Ramos y su esposa. Tanto Rufino como Hipólito iban vestidos de paisano y se sentaron en diferentes asientos del autobús.
En el alto de Gaintxurisketa, a unos cinco kilómetros de Rentería, subieron al autobús tres individuos. Poco después de reanudarse la marcha, dispararon a bocajarro contra Rufino, que se encontraba en la parte delantera del vehículo hablando con el conductor. Rufino Muñoz se desplomó, sangrando abundantemente. Murió casi en el acto.
Los tres etarras ordenaron entonces al conductor que parase el autobús y comenzaron a descender apresuradamente. En ese momento Hipólito Rodríguez Ramos, el policía de paisano y sin armas que viajaba con su mujer en el autobús, se abalanzó contra el último de los terroristas intentando detenerle. En el forcejeo el policía nacional le aplicó una llave de judo sobre la muñeca de la mano derecha, en la que aún conservaba la pistola. La pistola del etarra se disparó, alcanzándole en el pecho. Se trataba de Francisco Javier Aranzeta Eguizabal, alias Lepo. Se había acogido en 1976 al decreto de amnistía, tras el cual pasó a residir al otro lado de la frontera del Bidasoa y se reintegró a la actividad terrorista. Un año antes las autoridades francesas le habían negado la carta de refugiado político.
Los otros dos terroristas, antes de huir, dispararon al policía, que resultó herido por cuatro disparos: dos en el tórax, otro en la muñeca izquierda y el cuarto en la cabeza, aunque este último sólo le produjo una rozadura. El conductor del autobús, una vez restablecida la calma entre los escasos viajeros, se dirigió al puesto de la Cruz Roja de Rentería, donde atendieron al policía nacional herido, que fue internado más tarde en la residencia sanitaria de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu, en San Sebastián. Por su acción contra los terroristas a Hipólito Rodríguez Ramos le concedieron la medalla de plata al mérito policial.
Rufino Muñoz Alcalde, de 40 años, era de Fresno del Río Tirón (Burgos). Estaba casado con una mujer vasca y tenía tres hijos. La capilla ardiente se instaló en el Hospital Militar de San Sebastián, donde al día siguiente, 29 de abril, se celebró el funeral antes de que sus restos mortales fuesen trasladados a su localidad natal para recibir sepultura. El presidente Suárez envió un telegrama de pésame a la familia del guardia civil muerto, que fue condecorado a título póstumo.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.