Al parecer, Luis y José se encontraban de espaldas, por lo que no pudieron observar la presencia de los dos terroristas, que dispararon varias ráfagas de ametralladora contra la caseta. El camionero se lanzó al suelo y, gracias a ese gesto, resultó ileso.
En la explanada de camiones del Puente de Santiago se recogieron treinta y ocho casquillos de bala 9 milímetros parabellum, marca FN. Tras cometer el atentado, los dos pistoleros de la banda se dieron a la fuga a pie y, posteriormente, huyeron en un coche Simca 1200 que les esperaba en un lugar cercano. Inmediatamente los guardias civiles fueron asistidos por los propios funcionarios de fronteras, que los trasladaron urgentemente a la Cruz Roja de Irún, donde únicamente se pudo certificar su muerte.
Los cadáveres de los dos guardias civiles fueron trasladados al Hospital Militar de San Sebastián, donde se instaló la capilla ardiente. Al día siguiente, a las doce del mediodía, se celebraron los funerales en la capilla del hospital sin que se produjeran incidentes. Siguieron la ceremonia unas doscientas personas, la mayoría miembros de la Guardia Civil, el Ejército y la Policía.
El asesinato de Luis y José provocó un paro de la mayor parte de los agentes de aduanas y de los funcionarios de la Administración en la frontera de Irún. El Ayuntamiento de Irún condenó el atentado con los votos a favor de PNV y PSOE, y las abstenciones de Euskadiko Ezkerra y tres independientes. Los representantes de Herri Batasuna abandonaron la sesión alegando no haber recibido el orden del día con la debida antelación.
A día de hoy, no se sabe nada sobre quiénes asesinaron a Luis y José.
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