El miércoles 27 de diciembre de 1978, sobre las 18:00 horas de la tarde, dos miembros de ETA militar asesinaban a tiros a JOSÉ MARÍA ARRIZABALAGA ARCOCHA en la biblioteca municipal de Ondárroa. Arrizabalaga, que recibió nueve impactos de bala, era jefe de la Juventud de la Comunión Tradicionalista de Vizcaya y trabajaba como bibliotecario en la Casa de la Cultura de Ondárroa, donde fue asesinado.
Desde hacía aproximadamente un año, José María Arrizabalaga había estado hospitalizado en un centro de rehabilitación en Archanda (Bilbao), debido a una lesión sufrida durante un salto en paracaídas. José María se había visto así forzado a solicitar la baja laboral en la biblioteca municipal en la que trabajaba. Al acercarse la Navidad, el hospital le dio un permiso para que acudiera a Ondárroa y así pudiera pasar las fechas con su familia, por lo que el joven aprovechó para acercarse a la biblioteca e ir adelantando algo del trabajo que había ido acumulando desde su lesión. El día 27 de diciembre, en torno a las seis de la tarde, Arrizabalaga se encontraba en dicho lugar, en el primer piso de la Casa de la Cultura, en compañía únicamente de dos niños que estaban leyendo sendos libros. En ese momento dos individuos se acercaron hasta el mostrador tras el cual estaba sentado el joven y le obligaron a identificarse. Inmediatamente ambos sacaron una pistola y dispararon hasta vaciar sus cargadores. José María Arrizabalaga fue acribillado a balazos, recibiendo once disparos: cuatro en el pecho, cerca del corazón y el resto en la cara y las piernas. Poco después, los asesinos bajaron las escaleras y, una vez en la calle, se dieron a la fuga en el vehículo en el que habían llegado, en el que les esperaba al volante un tercer terrorista. Los dos niños, únicos testigos del crimen, salieron gritando de la biblioteca. Cuando los primeros adultos en llegar al lugar descubrieron el cuerpo de José María eran ya las siete y cuarto de la tarde.
En el lugar del asesinato, las Fuerzas de Seguridad recogieron trece casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum. Cuando el juez hubo ordenado el levantamiento del cuerpo, los restos mortales de Arrizabalaga fueron trasladados a su domicilio, en el número 33 de la calle Primo de Rivera. Dos días después, el 29 de diciembre, ETA militar reivindicaba el atentado enviando un comunicado a distintos medios del País Vasco. En el escrito, la banda asesina acusaba a José María Arrizabalaga de ser un elemento represivo en Ondárroa, así como de haber participado junto al líder de la Comunión Tradicionalista, Sixto de Borbón-Parma, en los sucesos de Montejurra en el año 76, que se saldaron con el asesinato de dos personas y decenas de heridos.
Al día siguiente a la muerte de José María, el 28 de diciembre a las cinco de la tarde, se celebró el funeral por el alma del fallecido en la Iglesia parroquial de Santa María, en Ondárroa. Para evitar posibles incidentes, la Policía Armada desplegó varios de sus efectivos en la localidad, mientras que miembros de la Guardia Civil se encargaron de controlar los accesos para impedir la entrada de gentes que no pertenecieran a la población y que no fueran familiares de la víctima. Una de las personas que fue retenida en los controles era precisamente Sixto de Borbón-Parma, líder de la Comunión Tradicionalista, al que, tras impedirle el acceso al pueblo, le fue permitido abandonar el lugar. La misa de cuerpo presente fue presenciada por una multitud, con la iglesia abarrotada, pese a que sólo se había permitido la entrada a los parientes de José María y a sus vecinos de Ondárroa. Algunos de los asistentes portaban boinas rojas y pegatinas con la bandera de España. El cuerpo de José María Arrizabalaga, con un rosario entre las manos, había sido vestido con el uniforme Requeté y el féretro estaba cubierto con la enseña nacional. Al finalizar el acto, varios jóvenes transportaron éste a hombros hasta el cementerio municipal.
La Jefatura Nacional de Requetés y la Comunión Tradicionalista-Carlista difundieron un comunicado tras el asesinato de José María Arrizabalaga, llevado a cabo el mismo día en que el rey Don Juan Carlos firmaba la Constitución. En el texto, dichas organizaciones calificaban el atentado como "un acto gravísimo cometido contra todos los requetés" y afirmaban que "ante la ineficacia de un Gobierno que no puede garantizar la vida de los ciudadanos, la sociedad tiene el derecho de actuar en legítima defensa", asegurando que "la Comunión Tradicionalista-Carlista y los requetés en ella encuadrados no tolerarán ni una provocación más".
El 8 de junio de 1980 una operación policial condujo a la detención de varios terroristas de ETA, entre los que se encontraban miembros de los grupos Oiz y Bizkargi, algunos de los cuales eran responsables directos del asesinato de José María Arrizabalaga. De este modo, la Audiencia Nacional condenó por el asesinato del bibliotecario a Juan Carlos Gorrindo Echeandia y a José Antonio Echevarri Ayesta a 23 años, 4 meses y un día de reclusión mayor, mientras que José María Sagarduy Moja era condenado a catorce años, ocho meses y un día de prisión menor por el mismo atentado.
José Antonio Echevarri Ayesta salió de prisión en enero de 2002, habiendo cumplido 22 de los 94 años de condenas que acumulaba. Por su parte, Juan Carlos Gorrindo Echeandia obtuvo el tercer grado penitenciario en agosto de 1996, tras haber cumplido 16 de los 58 años a los que había sido condenado por los asesinatos de Juan Cruz Hurtado Fernández y José María Arrizabalaga Arcocha, ambos cometidos en 1978. En el caso de Gorrindo, el juez de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid, José Luis Castro, le concedió el tercer grado contra los criterios de la Fiscalía y de la Junta de Tratamiento del centro en el que estaba recluido, en Palencia. Gorrindo Echeandia fue trasladado a la prisión de Nanclares de la Oca (Álava), dentro de la política de acercamiento de presos del Ministerio del Interior para los reclusos en tercer grado penitenciario. Por último, en abril de 2011 quedó en libertad José María Sagarduy Moja, alias Cachatua y Gatza, tras haber cumplido 31 años en prisión, siendo el preso de ETA que más tiempo estuvo en prisión. Sagarduy fue condenado por los mismos asesinatos que el resto de miembros de grupo Bizkargi, pero no se vio beneficiado por las medidas de reducción de penas debido a que protagonizó una agresión a un funcionario de prisiones en la prisión de Sevilla en 1990 y un intento de fuga en la cárcel de Granada en 1993.
José María Arrizabalaga Arcocha, natural de Ondárroa (Vizcaya), tenía 27 años en el momento de su asesinato. Soltero y sin hijos, José María vivía con su hermana y su cuñado, trabajando como responsable de la biblioteca municipal de Ondárroa, situada en la Casa de la Cultura de dicha localidad, siendo también jefe de la Juventud de la Comunión Tradicionalista de Vizcaya. En el momento de su muerte llevaba un año de baja, tras haber sufrido una fractura en la columna vertebral durante un salto en unos ejercicios de paracaidismo, su deporte favorito. Un hermano de José María, Miguel Ángel Arrizabalaga, que había sido alcalde de Ondárroa durante seis años, declaró entonces:
Que yo sepa, no había recibido amenazas de muerte. José María era un carlista de los de siempre, un hombre muy de derechas, pero que no ha tenido nunca un problema en el pueblo. Es más, era apreciado por la mayoría [...] Desconozco la intención de los autores, pero seguro que su muerte y el atentado que sufrimos en la droguería hace siete años se debe a creer en Dios y amar a España.
El hermano de la víctima, Miguel Ángel, se refería con sus palabras a un atentado cometido con un artefacto explosivo en diciembre de 1971 contra la perfumería de su propiedad, situada en la calle Primo de Rivera de Ondárroa.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.