La noche de ese mismo 9 de mayo de 1978 la banda terrorista ETA ametralló un Land Rover de la Guardia Civil que prestaba servicio de protección al acuartelamiento de Intxaurrondo en San Sebastián. El vehículo, con cuatro agentes en su interior, realizaba una patrulla por los alrededores de las dependencias de la Guardia Civil. Al pasar por las cercanías del cementerio de Polloe, el Land Rover fue ametrallado por dos terroristas que dispararon desde una tapia de unos tres metros de altura que se encuentra junto a la carretera. Como consecuencia del tiroteo resultaron gravemente heridos el conductor del vehículo, JUAN MARCOS GONZÁLEZ, que fallecería poco después de ingresar en un centro sanitario, y Miguel Ángel Íñigo Blanco, que lo haría seis días después, el 15 de mayo.
En el lugar del atentado se encontró gran cantidad de casquillos de bala tipo parabellum. Los etarras huyeron a través del cementerio hacia la parte trasera, de fácil acceso a la autopista, desde donde emprendieron la huida en un vehículo que les esperaba.
Los otros dos agentes también resultaron heridos. Juan Jiménez Bermúdez, de Corite (Sevilla), tenía 23 años; y José Amado Juan, natural de Huelva, tenía 22 años. A pesar de las heridas, consiguieron saltar del vehículo y repeler la agresión.
En 1982 fueron condenados por este atentado los miembros del grupo Xenki de ETA Antonio García del Molino e Ignacio Apilañez Olalde a 50 años de cárcel cada uno. En la sentencia se establece que ambos estuvieron vigilando durante veinte días el recorrido de un Land Rover de la Guardia Civil. El 9 de mayo se ocultaron junto a la tapia del cementerio de Polloe en torno a las 23:00 horas de la noche. Cuando vieron que pasaba el vehículo con los cuatro agentes, los etarras abrieron fuego disparando varias ráfagas.
Juan Marcos González era de Llanes (Asturias). Tenía 20 años y estaba soltero. Su padre también fue miembro de la Guardia Civil, igual que uno de sus hermanos. Llevaba un año destinado en San Sebastián y estaba a la espera de conseguir el traslado a Galicia. La madre de Juan, María González Rodríguez, se enteró del asesinato de su hijo en su casa de Sarriá (Lugo). En febrero de 2007 recordaba en declaraciones a El Correo que hizo el viaje a San Sebastián por su cuenta "en un taxi que nadie me pagó. Nadie nos arropó, cuando llegamos nos encontramos la caja, nada más". Tiempo después falleció el hermano de Juan, "seguramente a consecuencia de aquello, porque siempre lo tuvo presente en la cabeza", señaló la madre.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.