A las 20:15 horas del 2 de noviembre de 1977 la banda terrorista ETA asesinaba en Irún al sargento de la Policía Municipal de esta localidad guipuzcoana JOSÉ DÍAZ FERNÁNDEZ. Tres terroristas le dispararon a bocajarro cuando entró en el portal de su domicilio y se disponía a subir las escaleras, siendo alcanzado por siete disparos. El policía municipal tenía por costumbre pasar a esa hora de la tarde por su domicilio para comer algo y reincorporarse a continuación a su trabajo. Uno de sus hijos lo encontró, aún con vida, en el portal, pero falleció poco después.
Los etarras utilizaron un taxi para acudir al lugar del atentado y huir posteriormente. El propietario del mismo apareció a últimas horas de la noche amordazado cerca de Oyarzun, después de que una llamada anónima informase de su paradero a las 22:30 horas, mientras que el vehículo fue encontrado en Rentería.
El Ayuntamiento irunés se reunió por la mañana a puerta cerrada, y por la tarde se instaló la capilla ardiente en la Sala Capitular del mismo. Al día siguiente, a las seis de la tarde se celebró el funeral por su alma en la Iglesia de Nuestra Señora del Juncal. El féretro iba envuelto en la bandera nacional y precedido por quince coronas de flores. El funeral fue oficiado por el párroco del Juncal, Santiago Balenciaga, y asistieron al mismo el jefe superior de Policía de la zona, Eduardo López; el jefe superior de la Policía Municipal de Irún, José Luis Hornilla, y diversos representantes de las policías municipales de otras localidades guipuzcoanas y vizcaínas, así como representantes de la Guardia Civil y Policía Armada.
Horas antes se habían recibido numerosos telegramas de condolencia de policías municipales de distintas localidades de España y del comité provincial del Partido Comunista de Euskadi en el que transmitían el pésame a los familiares de la víctima y calificaban el asesinato de "crimen contra la democracia". El asesinato de José Díaz fue también condenado enérgicamente por el PNV, el PSOE y el Movimiento Comunista de Euskadi, entre otros.
ETA militar reivindicaba el 3 de noviembre, mediante llamada telefónica a Radio Popular de Bilbao, el atentado contra José Díaz, así como la bomba que había hecho explosión el día 31 de octubre en los cuarteles de la Policía Armada de Vitoria, hiriendo de gravedad al sargento Antonio Blanco, y de menor consideración al cabo primero Tomás Serrano y al policía Celedonio Alventosa. Ambos atentados estarían encaminados, según el anónimo comunicante, "a obligar al Estado a retirar de Euskadi los cuerpos armados que imposibilitan el normal acercamiento de nuestro pueblo a los cauces democráticos y a la libertad popular".
ETA justificó el asesinato del sargento de la Policía Municipal de Irún acusándole de ser el principal represor de manifestaciones y huelgas en la cuenca del Bidasoa, de cobrar primas especiales por colaboración con la Policía española y de haber dado muerte, veinticinco años antes, a una persona que se trasladaba clandestinamente a Francia en los alrededores del monte San Marcial. Anteriormente la Policía Municipal de Irún había sido objeto de amenazas por parte de ETA. Unos meses antes se difundió en Irún un comunicado con el sello de ETA en el que acusaban y amenazaba a José Luis Hornilla, jefe de los municipales de esa localidad. Al final de aquel comunicado se anunciaba que el próximo haría referencia a José Díaz Fernández (El País, 04/11/1977).
El asesinato de José Díaz Fernández quedó impune y sus autores se beneficiaron de la ley de Amnistía de 1977, pese a que ésta fue aprobada el 15 de octubre de ese año y este caso fue posterior y no está recogido en ninguno de los supuestos que la ley contempla en su artículo primero: ser anterior al 15 de diciembre de 1976, o atentados anteriores al 6 de octubre de 1977 "siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas".
José Díaz Fernández, de 54 años, era natural de Asturias. Estaba casado y tenía dos hijos. Desde veinte años antes pertenecía al cuerpo de la Policía Municipal.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.