El 9 de mayo de 1991, nueve horas antes de que diera comienzo la campaña electoral de las elecciones autonómicas y municipales del 27 de mayo, ETA asesinaba en Ortuella (Vizcaya) al guardia civil FRANCISCO ÁLVAREZ GÓMEZ mediante la colocación de una bomba-lapa en los bajos de su vehículo.
Solía ir con su cuadrilla de amigos a un bar próximo a la estación de Renfe. Aquel jueves, al salir del bar y subirse a su coche, se activó el mecanismo de la bomba lapa. Eran las 15:00 horas. La violenta explosión arrancó de cuajo el techo del vehículo y lanzó el cuerpo del agente hacia las vías del ferrocarril, a varios metros de distancia de su coche. Vecinos del pueblo y un concejal socialista se enfrentaron a voluntarios de la Cruz Roja ante su negativa inicial a mover al herido, alegando que necesitaban el dictamen de un médico. Francisco fue conducido en una ambulancia al Hospital de Cruces, en Baracaldo, donde ingresó cadáver a las 15:20 horas, según informó una portavoz del centro médico.
La junta de portavoces del Ayuntamiento acordó retrasar 24 horas el comienzo la campaña electoral, prevista para las 12 de la noche de ese día. Los representantes municipales, en ausencia del portavoz de Herri Batasuna, decidieron también suspender durante el fin de semana las fiestas patronales. La ejecutiva de Vizcaya del PNV señaló que ETA había comenzado su campaña electoral "de la única forma que acostumbra, sembrando el dolor y la sangre".
En 1994 la Audiencia Nacional absolvió por falta de pruebas al miembro de la banda terrorista ETA Jesús María Mendinueta Flores. El etarra reconoció ser miembro del grupo Vizcaya de ETA, pero negó su participación en el asesinato del agente Álvarez Gómez. En las fichas policiales de las Fuerzas de Seguridad del Estado figura que el etarra que presuntamente colocó la bomba-lapa fue Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi. Para ello contó con la información aportada por el etarra Juan María San Pedro Blanco, alias Jon, detenido el 6 de junio de 1991 cuando se disponía a colocar otra bomba lapa en el vehículo de un policía. Cuatro años después, vencido el período máximo de prisión provisional, fue puesto en libertad y se dio inmediatamente a la fuga. Fue detenido de nuevo, esta vez en Francia, en marzo de 1999. En 2004 fue extraditado a España.
Francisco Álvarez Gómez tenía 38 años. Era de La Albuera (Badajoz), donde una calle lleva su nombre. Vivía en el País Vasco desde veinte años antes de ser asesinado. Estaba casado con una vecina de Ortuella, localidad de tradición minera, y allí nacieron sus dos hijos, de 9 y 15 años cuando mataron a su padre. Estaba adscrito al Servicio de Vigilancia Fiscal de la Guardia Civil y prestaba servicio en el Puerto de Bilbao. Su padre también había sido agente de la Benemérita.
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