El 29 de mayo de 1991, Ana Cristina Porras López, de 10 años, estaba jugando con unas amigas en el patio de la casa-cuartel de Vic cuando el comando Barcelona detonó un coche-bomba. Cristina y otras dos menores murieron en el acto, mientras que a su hermana de 7 años tuvieron que amputarle parte de la pierna izquierda. Ambas eran hijas del guardia civil Teodoro Porras. Murieron nueve personas, cinco de ellas menores, y otras cuarenta y cuatro resultaron heridas.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.