A las tres de la tarde del 8 de abril de 1981, ETA asesinaba en la localidad vizcaína de Baracaldo al policía nacional VICENTE SÁNCHEZ VICENTE. Dos encapuchados le dispararon instantes después de haber dejado a la puerta del colegio de Santa Teresa a su hija menor, Olga, de cuatro años de edad.
Vicente se dirigió a su vehículo y, antes de que hubiera cerrado la puerta del mismo, dos encapuchados, que habían salido de un coche aparcado en las inmediaciones, efectuaron varios disparos a bocajarro. El automóvil del policía, que estaba aparcado en una subida, se deslizó sin control por la pendiente por espacio de unos quince metros, estrellándose finalmente contra otro vehículo. Durante todo el recorrido, el cuerpo de Vicente Sánchez osciló por la puerta abierta, sin llegar a salirse totalmente del automóvil, escena contemplada desde la parte alta de la cuesta por otros padres y niños que se disponían a entrar en el colegio.
Para el Partido Socialista de Euskadi, este atentado ponía de relieve el "carácter desalmado de asesinos sin escrúpulos ni entrañas, de quienes son capaces de matar a una persona en presencia de sus hijos de corta edad y ante la puerta de un colegio, cuando entraban muchos niños".
La víctima fue trasladada al Hospital de Cruces, donde los médicos únicamente pudieron certificar su fallecimiento. El cuerpo presentaba once impactos de bala. Tras realizarle la autopsia, el cadáver de Vicente fue trasladado al cuartel de la Policía Nacional de Basauri, en una de cuyas dependencias se instaló la capilla ardiente.
ETA asumió el atentado el 11 de abril. No se sabe nada de los autores del asesinato, pero tuvo que producirse necesariamente un seguimiento de sus actuaciones y rutinas diarias. Entre ellas, llevar a su hija al colegio después de comer, algo que la víctima hacía todos los días.
Vicente Sánchez Vicente, de 32 años de edad, era de la localidad salmantina de Fuentes de San Vicente. Llevaba ocho trabajando en el País Vasco y estaba adscrito al equipo de desactivación de explosivos de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao. Estaba casado y tenía dos hijas de 7 y 4 años. Tras el funeral, fue trasladado a Salamanca, donde fue enterrado.
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